jueves, 27 de diciembre de 2012

No hay culpa que sólo se mida de aquí para allá

Me sorprende que sea más viable la modificación de una ley que el seguimiento justo de la misma.

En el artículo 362, "Ataques a la paz pública" del Código Penal del D.F., dice:

"Se le impondrán de cinco a treinta años de prisión y suspensión de derechos políticos hasta por diez años, al que mediante la utilización de sustancias tóxicas, por incendio, inundación o violencia extrema, realice actos en contra de las personas, las cosas o servicios públicos, que perturben la paz pública o menoscaben la autoridad del Gobierno del Distrito Federal, o presionen a la autoridad para que tomen una determinación."

Los detenidos del primero de diciembre lo están por, precisamente, ataques a la paz pública. Para determinar si son merecedores de los "cinco a treinta años de prisión [o] suspensión de derechos políticos hasta por diez años" es necesario probar su culpabilidad con la existencia de testimonios que acrediten el uso de sustancias tóxicas, la provocación de incendios e inundaciones, o haber cometido actos de extrema violencia.

Existen pruebas de la no-culpabilidad o de la culpabilidad en todos los casos, pues el Gobierno del DF tuvo a bien plagar de cámaras de seguridad a la Ciudad, así como hay testimonios que refuerzan lo contenido en las imágenes.

El problema aquí es que parte del aparato gubernamental reaccionó erradamente al levantar acusaciones falsas en contra de "chivos expiatorios", con lo que se creía sería suficiente para regresar al orden.

Fueron 69 los detenidos el primero de diciembre, de los que 55 fueron liberados por falta de pruebas que los hicieran responsables de perturbar la paz pública. 14 recibieron el auto de formal prisión acusados de cometer desmanes. Al principio se creía que serían reclasificados los delitos, en vez de ataques a la paz pública, sería daños en propiedad pública y robo, por lo que alcanzarían fianza.

Resultó más fácil modificar el Código Penal para desagravar la condena por ataques a la paz y lograr que los 14 que faltan, tengan la opción de salir bajo fianza.

La razón por la que se optó por esta "salida", fue el que no se diferenciara claramente entre actos terroristas y simples ataques a la paz en el Código Penal, por lo que el castigo resulta excesivo para quienes sólo hacen desmanes como dañar la propiedad privada y robar.

Parece que en cuanto el Diario Oficial publique los cambios, éstos podrán ser utilizados en favor de los 14 detenidos, quienes alcanzarán su libertad provisional bajo caución, con lo que no quedarán presos por lo ocurrido el primero de diciembre de 2012, día en que rindió protesta quien ganara las elecciones después de comprobados casos de compra de voto, excesos en gastos de campaña, manipulación de información, etc. (aunque recuerden que esto ya no es importante y no hay medida o modificación constitucional que lo mida en justas proporciones).

¿Por qué no fueron suficientes la falta de pruebas o las pruebas en contra de la culpabilidad?
¿Por qué el castigo por este delito es tan excesivo, cuando las penas por rebelión, sabotaje, motín o sedición (incluidas en la misma parte del Código Penal) no pasan de los quince años de prisión?
¿Por qué hasta ahora se muestra conveniente la modificación del art. 362?
¿Por qué nos quedaremos sin ningún culpable de lo sucedido el primero de diciembre?

Me temo que esto es más por la falta de eficiencia de las instituciones, que por el afán en contra de la paz pública de los presos.

No me consuela la liberación de los presos (aunque todos me odien por escribir esto), pues me queda claro que sí existen entre las organizaciones estudiantiles miembros de universidades públicas o privadas que creen en, y son capaces de ejercer, la violencia. Incluso yo me siento a veces invadida por la necesidad de rayar algún monumento expiatorio para compartir la vergüenza que me da vivir en un país con instituciones no sólo ineficientes, sino corruptas.

Me consolaría alcanzar a ver que se actúa justamente a favor y justamente en contra de quien lo merece, pero no se puede, así no funciona aquí. Aquí gobierna el que compra votos, el que reprime, el que levanta falsos testimonios y luego manipula la ley para apaciguar al pueblo. Actuar justamente en contra de quienes se levantaron ante la imposición injusta de un gobernante deviene en imposible y auguro que de imposibles injustos vendrá a plagarse la vida nacional por los próximos seis años, y luego cómo le piden a una que se cuide de no gritar, correr, empujar y aventar bombas molotov, si a esta sinrazón/sinjusticia/sinsentido, nos han orillado?

1 comentario:

Carlos dijo...

(A saber qué fue primero, si el huevo o la gallina, pero) Es curioso ver incluso esos modos reproducidos en las personas (ahí está el que se quejó diciendo que era injusto que los anuncios del edificio los pusieran en un pizarrón si él bajaba en coche, ¿no?). Quizá hablar de un gobierno como el mexicano en materia de justicia es ingenuo. Para que existiera tendría que haber responsabilidad y, evidentemente, no la hay (por parte de las instituciones, sobre todo, pero también en la cultura). Y me molesta pensar que es así porque me viene a la cabeza la idea del "es así porque yo lo digo" que se salió de las manos. México es una selva y como tal se rige por el más fuerte (a quien se le da la mayor fuerza, en todo caso). Y claro que los mismos estatutos que administran y gobiernan al país (mucho más violentos que los individuos, a mi parecer) orillan a estar inconformes, pero es una bofetada que pase lo que pasa y que las cosas sigan así.
Una bofetada y una lástima.
Procuro comparar lo que sucede en el país con un extremo más cercano: una familia. Por un lado está la situación del padre golpeador-hijo golpeador, y por otro lado el nivel de autocontrol. Pero me parece que no responder (no desquiciarse, no perder la cabeza) con el modo de vida al que te orilla un gobierno así sí te hace perder tu dignidad. Y qué persona quiere vivir con una dignidad que nunca le fue concedida. No imagino la desesperación.
Y no quiero disculpar lo que pasó el primero de diciembre, de nuevo. No lo hago. Nadie tendría por qué vivir ese pánico, ni esa incertidumbre. Pero lo que quiero decir es que entiendo la lógica que podría llevar a cualquier persona a cometer estas cosas, puedo ver luz en la fragilidad (como si a través de grietas se viera) de un sistema corrupto e incompetente y esa luz es la rebeldía y es la violencia, aunque espero (y así lo practico yo) esa violencia sea creativa y renovadora y propositiva y tolerante. Con principios, pues. Ante un gobierno que no cobija, que es injusto y torcido por naturaleza, exigir justicia no basta, porque nunca sabrás, porque no confías en su mirada-juicio y son ellos los que tienen facultad de juzgar. Pero responder de la misma manera en la que estás siendo agredido no conduce a nada (y de ahí que no disculpo lo sucedido) y, sobre todo, no te puedes quedar así. Otros caminos y otras maneras son necesarias.