miércoles, 27 de julio de 2011

Medidas que se toman antes de que sospeche

Extraño mi cámara.
Él la rompió.
Él rompe cosas.
La cámara sólo fotografiaba.
Ella, en realidad, no era una cámara.
Él no la rompió porque ella no lo fuera.
Él sabía que ella cumplía su misión.
Ella murió rota, rota aventada.

Una aventada no puede estar sin que alguien le haga el favor.
Él decide, él decidió hacerlo, hacérselo.
Basta con que alguien lo pida o alguien lo intuya.
Hoy ya no hay cámara.
Hoy sólo me queda él.
Yo no lo voy a pedir.
Yo no voy a dejar que él lo intuya.


sábado, 16 de julio de 2011

Tres y algo de la mañana


Justo ahora estoy encerrada en el cuarto de lavado. Madre está dormida y padre también. En la casa todas las luces apagadas. En el edificio sólo se escucha el subir y bajar de un elevador que por las noches se vuelve loco, y el gotear de los restos de lluvia.

Acaban de cambiar el foco del cuarto de lavado. Antes todo a medio oscuras con tonos rojizos deslavados. Ahora todo blanco y resaltando en cada uno, los verdaderos colores del mosaico.

Sube y baja y en su recorrido sí hace temblar al edificio. A mí nadie me engaña, ni los ronquidos de mi padre, ni el dejar de sollozar de mi madre.

sábado, 9 de julio de 2011

Y pobre del que a mí me entienda

Duelen las cosas que se hacen y no salen, duelen las cosas que se hacen por encargo y no salen. Armo estrategias para que todo quede en tiempo y con un poco más de estrés. Mi responsabilidad no es tan compatible con mis obligaciones, la tengo. Tengo la simpatía de una mula, lo siento, lo sueño, pero sí. Depende del día, de cómo me dejen despertar, de cuánto me dejen dormir, de que pueda o no bañarme con agua caliente y sin mucho esfuerzo. Juro que me baño a jicarazos por convicción, pero últimamente ello está arruinando todas mis inquietudes. Y es que el baño es cosa diaria, cosa que se hace al principio del día, cosa que en estos días se hace mientras hace frío y salir y venir y preparar y estar lista y congelarse los pies y cargar cubetas capaces de sacar hernias que se dolerán hasta después, es una labor titánica y yo de titán no tengo nada. Pienso y me exijo y pues mejor no, mejor olvido y dejo pasar el día hasta que días se vuelven tardes y entonces a cualquiera le parece absurdo un saludo de buenos días aunque el día sea todo y la tarde y la noche partes que integran el todo día. Buenos días se deben de agradecer aunque las 17.46 horas sean. Absurdo el que diga buenas noches a las 10. Así la cosa, así de mareada, si simple fuera simplemente saldría a las 6 de la mañana, correría confiada de que a mi regreso mi cansancio, mi sudor, serían rápidamente consolados con el caliente baño, pero no, hay que jugar todavía a levantamiento de cubeta, esperar a calentamiento de agua y ver que nada otra cosa pase para, entonces sí, disponerme a ponerme en resguardo de todo lo que amenace mi día con su pesadez y mi dejadez y total que día, yo y cubeta no hacemos un buen equipo. Van días seguidos que en esto pienso y que júrome por el amor que a mi pareja guardo, que no volverá a pasarme al siguiente, pero quédome despierta hasta las altas de la madrugada, voyme[1] a dormir hasta quedar de la madrugada satisfecha, y mis sueños prolongo hasta que el día deja de ser día para poder ser absurdo amanecer de buenas y en buenos días. Hace frío, en estos días hace frío a todas horas, voy a poner mi cubeta (14.10 hrs.).

Voy y vengo y en lo que se llena[2]: Justo el día que una amanece queriendo hacerse la limpia, descubre que su vecino menos pudoroso también. Y ya no estoy hablando de baños, regaderas, agua caliente o fría, hablo de trastes sucios, mañanas nubladas[3] y vecinos que no dan un paso si no van cantando desentonadamente. Y díganmelo a mí, a mí que vivo con quien como los ángeles canta, con quien como ángel me deslumbra y derrumba mis propias ganas de cantar. No se puede vivir así, no así teniendo que ir de nuevo por cubeta, no así sin poder cantar, no bañando, no lavando, siempre bajo la sombra de un falto de pudor y de un diestro cual el más. Vengo.

Venía y amor me sorprendió en el camino, justo cuando sentía que la hernia quería salir y quería hacerlo a la altura del cuello, del lado derecho. Amo que amor me salve, pero amor no siempre está aquí para hacerlo. Por cierto que se me pasó de llena[4], que una no puede venir a sentarse a escribir con tranquilidad si anda esperando a que una cubeta se llene hasta cierto punto, el punto en el que hernia se queda tranquila en donde debe de salir y no se avecina a mi cuello amenazando la yugular en tan mis malas condiciones, pues no, aunque quisiera, todavía no me he bañado. No es mi culpa, no me dejé dormir hasta tarde, me dieron chance de hacerlo.

Empieza a llover y el agua todavía no está caliente. Empieza el fútbol, las faltas, los goles, la tarde ya es más que tarde, sobretodo porque no hemos desayunado y ya tenemos hambre de comida corrida o pasta hecha en casa, pero pasta en casa también se ve amenazada por el mal tiempo. Cocinar es cosa difícil cuando no hay cocina dentro de casa, cuando agua corre sólo en el lavabo colectivo y lavabo está siendo usado por otro que con ánimos de limpieza tuvo a bien despertarse temprano. Hambre, ganas de bañarme y en vez de eso lluvia y el eterno fútbol[5].

...


Sabía que si dejaba que él leyera, él malinterpretaría. En realidad era una prueba, prueba a mí misma, quería saber qué tanto algo que escribiera sería algo que se entendiera, creo que sí entendió, pero no lo entiende como debe de hacerse. Esto es para que nadie lo lea o para que todos lo hagan sin que se relacione conmigo, es ficción, es comedia, es escupir palabras. Obviamente hay cosas que pienso y que siento tan fielmente como aquí describo, pero tales sentimientos y pensamientos pasan tan sin dejar rastro como que quería hacerlos más palpables para solamente acordarme de ellos. No hay nada que en realidad duela, no hay problema con el baño con cubeta, arriba mismo comenté que era mi misma convicción la que alegremente me obligaba a bañarme así, sí extraño, sí las cosas podrían ser más fáciles, pero estamos construyendo, de lo contrario ya me habría ido y Dios y los que me conocen y saben y saben y me conocen, saben que así hubiera sido.

Escribiendo se siente mejor y se lee divertido, pero hace falta saber cómo se lee si uno no es yo. La mala noticia es que a quien más debiera recurrir no me da espacio para el mínimo de la nada de la que quiero advertirle. Mejor me callo, mejor me convenzo de lo que tenga que convencerme y no importa, lo amo, amo estar aquí, sobretodo amo que cargue la cubeta, compartir el agua caliente con él y hacer de las tardes y las noches los días enteros[6].

Paraguay 2 vs. Brasil 1, como queriendo demostrar cómo las cosas dan vueltas, se contraponen después de parecer estáticas, indispuestas, acostumbradas. Ruedan aún las rocas y acompañándolas el viento que ahora trae días lluviosos y que después nos dejará, para seguirnos quejando, de la luz intensa del sol. Y pobre del que a mí me entienda.



[1] Mi ordenador insiste en que mis palabras no existen.

[2] La cubeta, obviamente.

[3] Todavía.

[4] La cubeta, op. cit.

[5] Brasil 1 vs. Paraguay 0.

[6] Brasil 1 vs. Paraguay 1, y lo sorprendente es que haya leído mientras el fútbol.